jueves, 8 de mayo de 2008

El amor, siempre es verdadero


El amor empieza contigo misma. Está en tu interior y es como una cocina mágica que puede crear todo el amor que necesitas. Cuando te amas a ti misma y te llenas con ese amor, eres capaz de amar a otros, de compartir tu amor con las personas que tú eliges. Si te das cuenta la forma en que amas a tus hijos, únicamente por ser tus hijos, sin importar si se portan bien o mal, si hacen esto o lo otro, si tienen algo o les falta algo. Simplemente los amas con todo ese amor que hay en tu interior. Eso es amor.

Si logramos cambiar los conceptos que tenemos sobre el amor, cambiamos nuestra actitud, nuestra forma de actuar, nuestra forma de vivir.

Ya no es necesario buscar a alguien a quien amar. No es necesario que estés enamorada para elegir a tu pareja. No es necesario que estés buscando o esperando a alguien que te de amor. No tienes que depender de nadie para sentirte amada, importante y necesaria.

No necesitamos encontrar el amor verdadero, porque si es amor, no puede ser falso, no existe. El amor es y está en ti. Tampoco es cierto que el amor dure para siempre, que sea eterno. El amor nace de ti, de tu energía vital, de tu luz interior.

Si tenemos claro esto, podemos cambiar el orden de las cosas que hacemos para elegir pareja.

Primero no enamoramos, luego sufrimos hasta saber si le interesamos a esa persona, luego la empezamos a conocer y muchas veces resulta que no es lo que realmente queremos.

Lo primero, es tener claro con que tipo de persona quieres compartir tu vida, que es lo que realmente quieres para compartir tu amor. Una vez que sabe realmente lo que quieres, entonces te será muy sencillo encontrarlo.

Lo siguiente es conocer a esta persona y saber si también quiere lo mismo que tu. Si no lo sabes, ¡pregunta!, es la forma más sencilla de hacerlo. Esto es muy importante porque el amor es básicamente una cuestión de querer.

Entonces puedes asumir la responsabilidad de tu elección, con la certeza de que estás en lo correcto. De esta forma, los dos asumimos nuestro compromiso con la relación, de forma totalmente conciente y responsable.

Entonces, si, ¡te enamoras hasta las chanclas!, pones tus sentimientos en esa persona porque has decidido compartir tu amor con ella. Entonces es muy sencillo compartir todas las demás cosas de la vida, las responsabilidades, las tareas, las risas y hasta las lagrimas.