domingo, 30 de mayo de 2010

EL AMOR Y EL SEXO (2)

(Nota: la primera parte de este post la puedes encontrar más abajo. -Saludos)

La propuesta de hoy es cambiar la forma en que elegimos pareja, cambiar el concepto y hacer las cosas de diferente manera.

Lo primero, es tener claro con qué tipo de persona quieres compartir tu amor y tu vida, que es lo que realmente quieres de esa persona, su carácter, sus hábitos, costumbres, ideología, forma de pensar, aspecto físico, nivel de preparación, nivel cultural, intereses en general. Recuerda que es la persona con la que esperas compartir muchos años de , tu vida, formar una pareja, tener una familia.

Elabora una lista con todas esas cualidades y características específicas que estas buscando. Una vez que sabes realmente lo que quieres, entonces te será muy sencillo encontrarlo.

Esto implica no idealizar y pensar en términos objetivos y realistas. Pensar en actitudes y aptitudes, en la convivencia, en la cooperación y en el largo plazo. Aunque esto es bastante difícil porque no lo hemos hecho antes, es más, nos han hecho creer que pensar así es de personas malas, frías y sin corazón, pero no es así. Simplemente es definir qué es lo que realmente queremos, para saber qué es lo que vamos a buscar.

Por ejemplo, si quisieras una mascota para cuidar la casa, no vas a comprar un gato, o una pareja de periquitos australianos, compras un perro. Aún mas, compras un perro grande, porque ¿Cómo esperas que un perro faldero proteja tu casa?

Otro ejemplo: si quieres un caballo de carreras, no vas a comprar un burrito o un ratón blanco. Compras un caballo de carreras, con sus cualidades y defectos, con sus beneficios y responsabilidades.

Por eso es tan importante decidir con quién quieres compartir esa parte de tu vida. Date cuenta de que si eliges un águila, no puedes esperar a que después se pase los días en el gallinero. Debemos elegir a las personas por lo que son en lugar de estar luchando para que sean como nosotros queremos.

Una vez que tengo claro que es lo que quiero, entonces ya sé que estoy buscando. No cualquier persona que se cruce en mi camino, aunque su apariencia sea atractiva, va a tener las características que estoy buscando. Cuando encuentre a una persona con las características que quiero, puedo decidir si me gusta o no. Por eso es muy importante tener la lista de lo que queremos, para poder comparar y anotar taches y palomitas.

Por supuesto que puede haber más de una persona que me guste. Los siguiente es saber si esa persona que a mí me interesa, se interesa en mi. La forma más sencilla y directa, ¡es preguntar! Si tenemos en común ese interés, ya tenemos mucho en común.

Una vez que sabemos lo que queremos, que lo encontramos, que tenemos ese interés mutuo, lo que sigue es conocer a la persona y decidir si queremos poner nuestros sentimientos en ella y compartir nuestro amor con ella. Entonces, decidimos enamorarnos y hacer crecer la relación.

Con este simple cambio, nos evitamos malos entendidos, sufrimiento innecesario, relaciones tormentosas o equivocadas, errores casi fatales y mucho tiempo perdido.

• Decidir qué es lo que realmente quieres en la persona con la que compartirás tu vida.
• Estar consciente de lo que estas buscando.
• Encontrar lo que estas buscando y decidir si esa persona te interesa.
• Saber si esa persona tiene interés en ti. La forma más sencilla y directa, ¡es preguntar!
• Si hay interés en común, darte la oportunidad de conocer a esta persona.
• Decidir si realmente quieres poner tus sentimientos en esa persona, y entonces sí, ¡enamórate hasta las chanclas!

Enamorarse es una decisión personal. No depende de la casualidad, ni de las circunstancias, ni de nada externo. Es una decisión. Esto quiere decir que somos responsables de nuestros sentimientos, que podemos decidir si los ponemos en una persona (nos enamoramos) o si los retiramos de esa persona (nos desenamoramos). Los sentimientos son nuestros y nosotros decidimos.

Desenamorarse es difícil, puede ser doloroso y requiere de tiempo. Pero depende de nosotros mismos. Al final todo termina por pasar.

Yo creo que si cambiamos la forma en que establecemos relaciones de pareja, cambiando el orden en que hacemos las cosas, nos hacemos responsables de nuestras decisiones y de nuestros sentimientos, haremos mejores elecciones y nuestra experiencia sobre el amor va a ser muy diferente.

Entonces puedes asumir la responsabilidad de tu elección, con la certeza de que estás en lo correcto. De esta forma, los dos asumimos nuestro compromiso con la relación, de forma totalmente consciente y responsable.

Entonces, si, ¡te enamoras hasta las chanclas!, pones tus sentimientos en esa persona porque has decidido compartir tu amor con ella. Cuando existe este compromiso, es muy sencillo compartir todas las demás cosas de la vida, las responsabilidades, las tareas, las actividades, las risas y hasta las lagrimas.

Lo mejor de todo es que siempre podemos elegir. ¿Cómo quieres hacer tu elección?

martes, 25 de mayo de 2010

EL AMOR Y EL SEXO, PARTE 1


El amor y el sexo son dos cosas diferentes, que no debemos confundir.

El sexo es una necesidad que todos tenemos y que la naturaleza impulsa para lograr la permanencia de las especies a través de la reproducción.

Ese es el trabajo de las hormonas. A las hormonas no les interesa si estas enamorada, si estas soltera o casada, si estás sola, si eres pobre, clase media o si tienes mucho dinero; no les importa tu religión o tus ideas políticas, tu equipo favorito o tu posición social o en el trabajo; tampoco les importa tu preferencia sexual o si eres tímida, o si ya estas lista, si ya maduraste o si la relación te conviene… en fin, las hormonas solamente hacen su trabajo y te impulsan a tener sexo con el único fin de dar continuidad a la especie, en este caso, a la especie humana.

La buena noticia es que los seres humanos tenemos la gran ventaja de que podemos decidir con quién compartimos nuestra sexualidad y cuando lo queremos hacer. Es nuestro poder y nuestra responsabilidad.

Sin embargo, no hay que olvidar que mientras estemos vivos y nuestras hormonas funcionen, todos vamos a sentir la necesidad de ejercer nuestra sexualidad. Por eso es importante no confundir las emociones y/o sensaciones que podemos sentir cuando estamos con una persona que nos gusta, que nos atrae sexualmente, con amor.

El amor, es otra cosa.

El amor está en nuestro interior, necesitamos descubrirlo y hacerlo crecer. Empieza por amarnos a nosotros mismos; esto es, que nos aceptarnos tal y como somos, no nos criticamos y nos apoyamos siempre. Podemos estar bien, en paz y tranquilos, aún cuando estemos solos.

El amor es una cuestión de querer. De que tú quieras, pero también de que la otra persona quiera. El amor se trata de compartir y para que puedas compartir algo, necesitas tener ese algo, en este caso, amor.

Solamente cuando eres capaz de amarte a ti misma, serás capaz de crear tanto amor que podrás compartirlo con la persona que tu elijas.

Este punto es fundamental: elegir a la persona adecuada, con la que queremos compartir nuestro amor, nuestra sexualidad, nuestros proyectos y planes futuros.

Por eso es importante cambiar el orden en que hacemos las cosas para elegir pareja:
En términos generales, podemos decir que actualmente lo hacemos de la siguiente manera.

  • Primero idealizamos. A veces desde la niñez, o quizá en la adolescencia, se crea una imagen de la pareja ideal; alrededor de esa imagen de perfección, se crea todo un mundo de expectativas sin fundamento, sobre la persona y sobre la relación que espera tener con esta persona.
  • Luego decidimos, casi inconscientemente, enamorarnos de alguien. Este enamoramiento nos lleva a pasar una serie de experiencias que pueden ir del éxtasis glorioso del enamoramiento correspondido, al sufrimiento y angustia del desamor o la indiferencia.
  • Luego tratamos de relacionarnos con esa persona que elegimos para enamorarnos y hacemos miles de cosas para que se fije en nosotros, para conquistarlo/la. Incluso, nos esforzamos por parecer justo lo que esa persona quiere; es decir, entramos en un juego de simulaciones, de máscaras, en donde los dos que jugamos, queremos creer lo que el otro nos quiere hacer creer.

Esto nos lleva a cometer muchos errores, porque una vez que decidimos enamorarnos, no vemos, no escuchamos, no entendemos nada que sea contrario a nuestro enamoramiento y tomamos muchas decisiones importantes que afectan nuestra vida, hasta que nos topamos con la realidad.

Otras veces, empezamos una relación de noviazgo o de pareja, porque todos nuestros amigos tienen pareja y nosotros no – digamos que para no quedar fuera del grupo, entramos al grupo de manera forzada, como con calzador.

Ya sea que se derive de un enamoramiento o de una situación circunstancial, tenemos una relación de pareja.

En la medida en que la relación avanza, e incluso, que puede irse formalizando, empezamos a sentir que la realidad no está cumpliendo con las expectativas que teníamos. ¿Será realmente la persona con la que queremos compartir esta parte de nuestra vida?

Si llegamos de esta forma al matrimonio, la realidad de la vida en pareja choca con la ilusión que construimos. Muchas veces no es que las personas cambien cuando se casan, las personas son como realmente son cuando ya están casadas.

Yo creo que por este motivo, muchas parejas llegan al divorcio. Se dan cuenta de que la pareja que eligieron no es el tipo de persona que realmente quieren. Mas que un matrimonio fracasado, podríamos pensarlo como una elección equivocada, pero ¿si no sabes que es lo que realmente quieres, como vas a elegir correctamente?

De eso platicaremos la próxima semana.